Según la memoria anual de 2017 de Anfac, la patronal de fabricantes de automóviles en España, el parque automovilístico está más envejecido que nunca. Y el principal motivo es que los conductores españoles no invierten en nuevos coches todo lo que el sector querría.
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Más de la mitad de vehículos tienen más de 10 años
Según estos datos, la edad media de los vehículos en circulación en el país es de 12,2 años, la más alta del siglo. De hecho, un 61,8% de todos los vehículos tiene más de 10 años. Esto implica que 6 de cada 10 coches son demasiado viejos pero se mantienen en circulación.
Esto, paradójicamente, no implica que no se vendan más coches. De hecho, las ventas se incrementan año tras año. Sin embargo, los propietarios en muy pocas ocasiones se desprenden del vehículo o lo envían al desguace.
En su lugar, la mayoría de propietarios de estos segundos vehículos se los quedan o los venden de segunda mano. Se contabiliza que de los aproximadamente 2,1 millones de vehículos que protagonizaron una operación de venta de segunda mano en 2017, más de la mitad tenía más de 10 años.
Motivos y consecuencias de una falta de inversión en nuevos vehículos
Por descontado, la situación ideal para el mercado sería que más ciudadanos invirtieran en la compra de vehículos nuevos y que, además, se desprendieran de los que son demasiado viejos.
Sin embargo, muchos analistas identifican el alto porcentaje de desempleo como uno de los factores determinantes, que impide que este fenómeno se produzca.
Por otro lado, han desaparecido importantes ayudas a la compra y reemplazo de vehículos, que si bien no ha afectado directamente a un descenso de las ventas, sí que ha transmitido cautela ante lo que es una de las operaciones económicas más importantes para la mayoría de ciudadanos.
Las consecuencias, sin embargo, son más graves. Por un lado afecta al nivel de contaminación de las ciudades, ya que cuanto más nuevo es un coche menos emisión de gases produce. Por tanto, cuantos más vehículos envejecidos hay en circulación, más difícil es conseguir que la contaminación se reduzca.
Esto choca tajantemente con los planes de contención medioambiental de los Ayuntamientos, que imponen restricciones cada vez más duras contra vehículos de una matriculación antigua, sin tener en cuenta que conforme pasen los años el parque automovilístico tiene cada vez más de estos coches en circulación.