En plena celebración de la feria tecnológica CES en Las Vegas (Consumer Technology Association), se ha presentado todo el desarrollo de las empresas de automoción en relación a la conducción autónoma, sin duda uno de los principales objetivos a corto y medio plazo. Lo que se ha mostrado ha servido para demostrar el enorme esfuerzo realizado por todas las empresas para no perder la oportunidad de seguir el ritmo de este nuevo negocio, pero también las limitaciones a las que se está enfrentando, así como obstáculos todavía por resolver.
La utopía del coche autónomo
En primer lugar, ha quedado patente que para el coche autónomo al 100% queda mucho tiempo. La identificación de automatismo de un vehículo se basa en los 5 niveles establecidos por la Sociedad de Ingenieros Automotrices. Según estas directrices, actualmente estaríamos en el caso del desarrollo más avanzado en el nivel 3. Se espera llegar al nivel 4 en el año 2020, con vehículos casi completamente autónomos, capaces de realizar largos trayectos sin necesidad de que el ser humano intervenga, salvo algunas condiciones especiales, que cuando se superen se habrá alcanzado el nivel 5, cuya complejidad es tal que nadie se atreve a vaticinar un año concreto.
La detección de movimiento
En la actualidad hay una dura batalla por decidir qué tecnología será la predominante en detección de movimiento. Por un lado algunas empresas apuestan por las cámaras de visualización y captación de imágenes, con una capacidad estética de alta discreción y un desarrollo tecnológico lento pero constante. Por otro lado, están quienes consideran más útiles los sensores, de mayor capacidad respecto a las cámaras para identificar y gestionar datos localizados, pero con el problema de no conseguir reducir su tamaño y, por tanto, ofreciendo una estética poco atractiva.
La regulación del sector
La normativa no viaja al mismo ritmo que las tecnologías de conducción autónoma. Es más, prefiere frenar las aplicaciones prácticas para dar pequeños pasos completamente fiables, algo lógico en base a la seguridad de las personas, pero muy dañinos para el desarrollo del sector.
Pese a todo, los coches autónomos son el objetivo ya no del futuro, sino del presente. La inversión en este tipo de tecnología y todos sus componentes es cada vez mayor, como se puede observar en la feria estadounidense, donde cada vez las compañías del motor abarcan más espacio, en consonancia con otras empresas y start ups que aportan la tecnología necesaria para que, por fin, los coches vayan solos.