Los británicos son los extranjeros que más invierten en compra de vivienda en España, acaparando de esta forma hasta un 29,1% del sector. Ni siquiera nuestros vecinos franceses superan este interés inmobiliario en nuestro país, ya que se limitan a un 8% de toda la cuota.
Antes de la celebración del referéndum el pasado 23 de junio, los analistas comenzaban a notar algunos efectos sobre la venta de vivienda. Comenzaba así una tendencia a la baja, que se esperaba paliar una vez el referéndum se hubiera superado, con Reino Unido manteniéndose dentro de la Unión Europea. El problema es que los pronósticos no se cumplieron y el país ha decidido salir de la UE y esto ha provocado una oleada de consecuencias.
Una de ellas es precisamente la devaluación de la libra, que ha descendido a unos niveles tan bajos y de manera tan rápida que se considera que tardará décadas en recuperarse. Con una libra en un valor tan bajo, los inversores minoristas británicos no consideran rentable adquirir una vivienda que les va a costar muchísimo más que antes y por la que no conseguirán rentabilidad en caso de querer venderla. Ni siquiera como destino para vivir es ahora un buen momento escoger cualquier destino fuera de Reino Unido. Los ciudadanos han visto cómo sus ahorros han caído en su valor y la libertad que pensaban que adquirirían al salir de la UE ahora les postra a un futuro a corto plazo restringido a sus propias fronteras, económicamente hablando.
El descenso del que hablamos, que principalmente afecta al litoral mediterráneo, en realidad se ha fijado en una situación de congelamiento. Sencillamente no se vende ni una vivienda. Esto afectará lógicamente al porcentaje final de venta de viviendas interanual, que podría descender hasta el 29% que hasta ahora abarcaba este segmento de la población.
Otro proceso consecuente puede derivarse a que el precio de la vivienda descienda lo suficiente como para hacerse interesante a otras poblaciones de extranjeros, que tengan a España como objetivo de su destino vacacional o residencial.
Mientras tanto, esta situación también afecta a Reino Unido, dado que sus ratios de emigración van a descender y los beneficios derivados de las operaciones de compra venta de viviendas en territorio español pueden reducirse a cero para el balance de 2016 a 2017. En principio el Brexit, lejos de acelerar inversiones a otros destinos, parece estar frenando abruptamente la internacionalización.