Las inversiones sobre apps descargables tienen un notable riesgo. Normalmente la obtención de beneficios es lenta y tarda bastante en obtenerse, pero lo peor de todo es que en muchas ocasiones es temporal.
La viralidad obtenida en este tipo de desarrollos motiva un interés repentino por parte de los usuarios que, pasada la inicial tendencia luego sufre un descenso paulatino en descargas, en compras integradas y, en consecuencia, en beneficios.
El ejemplo más reciente lo encontramos en Pokémon Go, uno de los fenómenos de este verano, que ha arrasado en tiempo récord con todos los objetivos económicos y ha ofrecido a Niantic y sus inversores (Google, Nintendo y The Pokémon Company) los mayores beneficios previstos.
Los analistas, sin embargo, dudaban de la continuidad del éxito al terminar el verano. Los factores que hacían saltar las alarmas eran el tiempo de juego en sus rivales como Candy Crush y la obtención de beneficios. Ninguno de estos ratios se veía afectado lo más mínimo por la presencia de Pokémon Go.
Cuando un rival entra en un sector obteniendo éxito sin paliar el de la competencia, supone que los usuarios han sacado tiempo y dinero para invertir en este nuevo desarrollo, pero no ha dejado de apoyar a sus rivales o, de hecho, hay usuarios/clientes que no se vuelcan con la nueva propuesta comercial. Esto supone que la competencia sigue teniendo la misma fuerza que hasta el momento y hay que ganarse el componente de afinidad.
Es aquí donde quizás Pokémon Go ha fallado, pues las cifras de descarga comienzan a demostrar un descenso paulatino del interés por la aplicación. De momento ha perdido la primera posición en el ranking de App Store y sus rivales más directos, los también juegos descargables Clash of Clans y Candy Crush ya le han superado.
Las dos empresas han renunciado a una campaña agresiva de competencia y han preferido esperar a septiembre a que las aguas vuelvan a su cauce. Sin embargo, Niantic va a tener que innovar constantemente con su aplicación si quiere mantener un nivel como el que disfrutaba hasta ahora en términos no sólo de descargas, sino también de beneficios con las compras integradas.
Del mismo modo se desconoce el volumen de desinterés, valor presentado en base a las desinstalaciones de una aplicación, que supone el abandono o pérdida de un usuario/cliente y que es la conclusión más temida para cualquier desarrollo digital descargable.