No se esperaban este varapalo los relojes suizos tradicionales que, desde hace 4 siglos, llevan dominando el sector de la relojería sin que ningún rival apenas se acerque a sus niveles de ventas. 2015, sin embargo, ha sido el año de inflexión. Por primera vez en toda su historia, los relojes suizos se han vendido menos que los relojes inteligentes. Han perdido un 4,8% en ventas, mientras los smartwatch han visto incrementadas sus ventas en un 315%.
Esto tiene varias lecturas. La primera, por descontado, el hecho de que los relojes inteligentes por fin han visto una cuota de mercado a la que pueden hacer frente con productos de calidad a un precio asequible. La otra conclusión es la que refleja claramente que los años iniciales de los smart watch han sido desastrosos y su reflejo en las ventas era prácticamente inexistente. Los productos y distribuidores, sin embargo, han tomado buena nota de sus desventajas al principio de entrar en el mercado y, en este momento, están completamente disparados.
No es casualidad que el mercado asiático sea uno de los que más descenso de ventas en exportación de relojes suizos haya acusado. Es en China y Japón donde más evolución experimenta la tecnología de consumo entre particulares y los relojes inteligentes no han sido ajenos a esta situación. Consecuentemente, es en estas dos zonas del mundo donde las marcas clásicas del sector están pendiendo terreno a mayor velocidad.
El problema es que la solución a esta incipiente crisis no es fácil. Los smartwatch no tienen la precisión y el diseño sorprendente de cada una de las creaciones suizas, pero lo cierto es que la tecnología vende mucho más que un reloj de alto diseño, entre otras cosas por el precio, pero también porque las funcionalidades ofrecidas son mucho más aplicables para la mayoría de usuarios que la precisión cronometrada de los suizos.
Por descontado, no se descarta una probable fusión de ambos géneros, ofreciendo lo mejor de ambos mundos. Esto está en manos principalmente de las empresas tradicionales, ya que para ellas supondría el reconocimiento que no le quisieron dar al inicio de su lanzamiento a los nuevos actores del mercado. Sin embargo, con las ventas por los suelos ya no tienen excusa. Un smartwatch es para la mayoría de compradores más atractivo que un caro reloj suizo, por muy preciso que éste sea.