Un negocio con mucho potencial, que ofrece grandes ventajas tanto económicas como medioambientales, es el del reciclaje de residuos.
En la actualidad vivimos una época de tránsito y de cambio de modelo. De una concepción lineal de nuestra economía y nuestros procesos productivos, un sistema de producir, usar y tirar, nos adentramos en otro modelo de economía circular, de características sostenibles que propugna la reutilización y el reciclaje de cualquier material usado para convertirlo en nuevas materias primas que incorporar a la cadena de producción. En este sentido se está articulando la política medioambiental europea, que se ha traducido en España con la reciente aprobación por parte de Consejo de Ministros del nuevo Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR) 2016 – 2022, que establece las políticas de residuos a seguir en los próximos años para instaurar de forma progresiva el modelo de economía circular en el entorno español, y cumplir los objetivos marcados por la Unión Europea.
En este contexto favorable, cualquier actividad relacionada con el aprovechamiento de recursos tiene fundadas posibilidades de ser muy rentable. En un mercado como el actual, las empresas que se dediquen al reciclaje de residuos, que antes se consideraban basuras o desechos, tienen un brillante porvenir. El cambio de mentalidad hacia un modelo de economía circular tal vez tarde en imponerse, pero su avance parece inexorable. En este nuevo modelo el negocio del reciclaje, sea de residuos orgánicos, papel, plástico o chatarra, va a desempeñar un papel fundamental.
Hoy en día el reciclaje, y en concreto el de chatarra, es una industria de gran importancia en España, que contribuye al PIB con un volumen de negocio superior a los 100.000 millones de euros y genera miles y miles de puestos de trabajo. España es uno de los países líderes de reciclaje de la Unión Europea junto a Italia o Alemania.
Además, como corresponde a estos datos de negocio, España cuenta con numerosas empresas especializadas y altamente profesionalizadas en reciclaje de chatarras férricas y no férricas, aceros, reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (por ejemplo, neveras, teléfonos móviles y ordenadores…), reciclaje de vehículos fuera de uso, etc. Todo esto irá a más a medida que avancemos en ese modelo de economía circular.