2015 ha sido agridulce para la industria del videojuego. Por un lado se considera que está en el mejor momento de la historia, con un informe presentado por Entertainment Software Association y NPD Group en el que se identifica una facturación global del mercado de 23.500 millones de dólares en 2015. Según este mismo informe, las ventas de entretenimiento digital fueron más de 16.500 millones de dólares, lo que supone un 7% de incremento frente a los 15.400 millones de dólares de 2014.
Son cifras muy esperanzadoras para las empresas que desean invertir en ocio digital. Sin embargo también hay otras variables que son menos atractivas para los inversores. Por ejemplo, en 2010 se dispararon las inversiones en todo tipo de géneros, coincidiendo sobre todo por el interés creciente en los e-sports.
Pero en 2015 las inversiones se han reducido al mínimo con respecto a aquél año. Los videojuegos no dan suficiente rentabilidad y sólo los MOBA (Multiplayer Online Battle Arena) son algo rentables para los inversores y publicistas. Pero no lo suficiente por lo que el interés en este sentido está decreciendo.
Los juegos de móviles siguen siendo también una fuente inagotable de buenas ideas con perspectivas muy halagüeñas, pero algunas empresas como lo sucedido en King (Candy Crush) o Rovio (Angry Birds) muestran claros signos de desgaste.
¿Cómo invertir en los videojuegos con expectativas de éxito?
La fórmula mágica sigue siendo bastante clara en los videojuegos. La confianza en las desarrolladoras más importantes y las distribuidoras con mejor potencial siempre consiguen sacar beneficio de los videojuegos que sacan al mercado, sólo que su actual fuerza les evita tener que buscar patrocinadores e inversores.
Hacerlo con una desarrolladora independiente raras veces ofrece beneficios y en muchas ocasiones es un suicidio económico. Sin embargo no contar con una de las mejores distribuidoras del momento también puede suponer un tiro al aire en una industria copada por la competencia.
Las grandes empresas están más interesadas en una inversión de compra de productos ya consolidados en el éxito, como realiza recientemente Facebook. Sin embargo la mejor forma es la coparticipación en un desarrollo en el que una distribuidora con suficiente fuerza asegure que la inversión conjunta de varias empresas vaya a ser difundida por todo el mundo con la promoción que requiere un videojuego triple A (asignado a los mejores títulos del mercado).
Sin embargo hay otra vía de potencial rentabilidad que se está comenzando a explotar, la de la realidad virtual con productos como Oculus. En un periodo de entre 1 y 3 años se espera poder saber si ofrece los beneficios esperados.