Las start up se han convertido en un modelo de negocio rentable, más allá de los conocidos “pelotazos” empresariales de unas pocas excepciones en el sector. Una start up puede ofrecer suculentos beneficios en base a una inversión moderada o incluso pequeña, siempre que algunos factores se cumplan.
Recientemente se ha celebrado en Madrid el evento South Summit. Se trata de una reunión (o más bien macro reunión por la cantidad de agentes involucrados) de emprendedores e inversores, unos mostrando sus proyectos y otros asegurando que invierten en aquellos más rentables
A la hora de realizar dicha inversión lo primero que hay que tener en cuenta es la idea que se pretende desarrollar, mejorar o evolucionar gracias a la inversión solicitada. De poco servirá invertir en una idea que no se entiende o que es demasiado técnica, primero de todo porque igual que el inversor puede no entender de qué trata, tampoco lo hará mucha otra gente.
En este sentido, las ideas que más son necesarias, suelen ser las más rentables. Es decir, aquél proyecto o aquella propuesta que se base en una necesidad fehaciente de la sociedad actual (puede que incluso futura en lo que se refiere a energías alternativas), tiene más posibilidades de conseguir el éxito que una idea ya existente, desfasada o cuya utilidad no está del todo clara.
Por otro lado, el hecho de que en South Summit acudan todos los fundadores de cada una de las start ups participantes, demuestra que la personalidad vende. Los fundadores deben tener cualidades innatas de liderazgo, ser emprendedores, capaces de convencer no sólo al inversor, sino también a los futuros clientes. Si un emprendedor tiene un caso de éxito anterior demuestra su valía, si tiene dos elimina de raíz todas las dudas sobre su capacidad de desarrollo.
Y, finalmente, la ley eterna de la inversión constata el hecho de que por mucho que una start up nos guste, no significa que deba ser rentable. El doble filo de las start ups se basa en ofrecer algo muy atractivo que comprar, utilizar o consumir, pero el inversor no debe dejarse llevar por su efecto promocional, sino analizar si de verdad el uso de este tipo de producto o servicio genera una rentabilidad óptima para su inversión. Es por esta razón que muchos inversores nunca invierten en aquello que les atrae emocionalmente, con el fin de no anteponer deseos propios a estrategias lógicas de inversión que sugieren otra acción.