Las ventas en Internet correspondientes al sector de los supermercados en España no alcanzan el 1%. En otros sectores podría considerarse que es un terreno fértil en el que una mínima inversión generaría notables beneficios.
Sin embargo, en el caso de los supermercados la situación es completamente al contrario. La inversión es constante y sobre tecnología avanzada. Lo que se busca para el supermercado del futuro casi roza la ciencia ficción y, sin embargo, hay obstáculos no tecnológicos que parecen insalvables.
El más “sencillo” es titánico en su planteamiento. Supone el problema de logística actual. En estos días los clientes son los que realizan todo el trabajo de ir y regresar desde cada local comercial, recorrer los pasillos, escoger el producto concreto que le interesa, hacer la cola, dejar todo en bolsas…
La venta online elimina todo este proceso y deja a la empresa con la necesidad de buscar a alguien o algo que lo realice. En este sentido el avance en robótica todavía no permite que sean unidades informatizadas las que seleccionen los productos por el consumidor de forma autónoma, aunque sí se invierte importantes cantidades económicas en ello.
Los objetivos son, de hecho, mucho más ambiciosos, dado que se busca desarrollar unidades robóticas capaces de analizar las propiedades de la comida, sobre todo de productos tan perecederos como la fruta.
Un avance tecnológico que sí se está consiguiendo es el de la aplicación del Big Data para ofrecer promociones, productos y descuentos personalizados por cada cliente, sin embargo el sector está en sus momentos iniciales.
Finalmente está el que se considera el obstáculo insalvable, el de la experiencia humana. Ir a hacer la compra es considerada una acción en la mayoría de casos enriquecedora. Algunos clientes la aprovechan para socializarse con otras personas, otros para relajarse tras una jornada de trabajo o hacer un descanso durante la misma. Por estas razones, el simple hecho de comprar productos, escoger los más apropiados y elegir entre la oferta existente ha sido identificado como una acción positiva de forma mayoritaria.
La digitalización de este proceso o la informatización que pudiera deshumanizar la acción tradicional de hacer la compra, podría incluso llegar a no ser rentable.
En todo caso, la inversión sigue incrementándose, tal y como empresas como Amazon demuestran con servicios de entrega de comida fresca, cada vez más rápidos y económicos. Por tanto, clientes para el supermercado del futuro está demostrado que los hay.